Niñatos… y niñatos

Isla-CristinaMe pasan esta carta de Monseñor Agrelo, Arzobispo de Tánger (Marruecos), en relación con las recientes violaciones de dos niñas por parte de sendos grupos de menores. Describe la verdad de forma descarnada pero incontestable. Esa es la cruda realidad de esta sociedad hipócrita, torpe y ciega para reconocer el monstruo que está creando. Don Santiago Agrelo se lo cuenta mejor: 

Supongo que mucha gente se sentiría más a gusto si de los agresores de Baena y de Isla Cristina –trece violadores para dos niñas- se pudiese decir que son ‘rumanos’, ‘gitanos’, ‘negros’, ‘hijos de familias desestructuradas’, ‘jóvenes procedentes de ambientes marginales’, ‘drogadictos’, ‘sudakas’, ‘moros’ o ‘curas’. Dado que esos no estaban allí para cargar con el escarnio, había que señalar otra categoría de perfil despreciable, y nos pareció apropiada la de “niñatos”, neologismo que parece definir niños viciados, depravados, perdidos, practicantes precoces de “violencia de género”. Al llamarles «niñatos», hemos bosquejado la imagen de unos chicos que nada tienen que ver con nosotros, y que, siendo lo que son, no es tan inexplicable que hayan podido hacer lo que han hecho.

Inventamos palabras para ausentarnos de lo que no nos gusta y negar lo que nos supera, pero la realidad es que estamos hablando de adolescentes a quienes entre todos hicimos a nuestra imagen y semejanza. Huiremos, pero no dejaremos de ser el árbol en que han madurado esos frutos amargos. Por mucho que lo intentemos, no podemos olvidar que esos trece muchachos han aprendido de nosotros a jugar con el sexo, a despreciar la ternura, a ignorar la compasión, a vejar la dignidad del otro, a profanar sus lágrimas, a idolatrar el poder, a humillar a los indefensos. En la hora de las promesas engañosas, a todos prometimos libertad sin fronteras: “Deja de preocuparte. Disfruta de la vida”. Ahora, en la hora de la verdad, sólo les ofrecemos la cárcel.

Hay niñatos y niñatos. El del diccionario es un “ternero que se encuentra en el vientre de una vaca muerta”. Mucho me temo que para éste, nuestra sociedad reclamaría atención y cuidados más cuerdos de los que parece dispuesta a exigir para sus propios hijos.

+ Fr. Santiago Agrelo

Arzobispo de Tánger

 

3 respuestas

  1. Buenas tardes, Álex y demás comentaristas del blog:

    Perdón por esta nota ‘off topic’.

    En Derecho a Vivir, hemos creado un distintivo para la Manifestación del próximo 17 de Octubre.

    Gracias por formar parte de la red de Blogs por el Derecho a Vivir.

    Nos ayudaría mucho que lo difundieras entre tus lectores. ¿Te animas a ponerlo en la home de tu sitio?

    Quizá algunos lectores y comentaristas, al verlo en tu blog, también se animen y lo publiquen en los suyos. Y otros muchos, seguramente, acudirán el próximo 17-O a las cinco a la Puerta del Sol, gracias a tu difusión.

    Puedes enlazarlo a cualquiera de estas dos páginas con toda la información sobre el 17-O:

    http://www.derechoavivir.org
    http://www.cadavidaimporta.org

    Muchísimas gracias por tenerlo en cuenta y por todo lo que haces por el derecho a vivir.

    Víctor Rodríguez Gago
    Comunicación Corporativa
    DerechoaVivir.org | HazteOir.org

  2. Interesante reflexión del Arzobispo de Tanger, que va muy relacionada con el artículo que ha escrito un miembro de nuestra Asociación y que se publicó en un periódico local. Les dejo el enlace por si les interesa leerlo:
    http://actfernandoiiielsanto.blogspot.com/2009/08/blog-post.html

  3. A la falta de moral imputable a estos «cachorros» hay que añadir el efecto «grupo», ya que cuando varios seres humanos se juntan dejan de pensar como individuo para hacerlo como colectivo, y ahí está el peligro.
    Seguramente la mayoría de estos «individuos» jamás hubieran pensado en perpetrar tan monstruosa acción en solitario, pero amparados por el grupo se convierten en bestias, en depredadores dispuestos a todo. El coctel de moralidad relajada o adulterada más el aliento del grupo convierten a un grupo de estudiantes en una jauría infrahumana.

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