Reflexiones militares sobre la participación española en Irak

Reproduzco íntegro el artículo firmado por el General de División Martínez Isidoro que publica el diario ABC de hoy. Muy interesante y, si quieren más, puedo decirles que doy fe de que lo aquí expuesto es cierto. Lean el artículo y luego juzguen desprovistos de costras políticas.

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La participación española en Irak no ha tenido un análisis militar suficiente, quizás debido a que el debate político en torno al tema ha atenuado la verdadera importancia de sus consecuencias militares. Otros países como Francia, sin haber participado, han analizado dicho conflicto para poner a punto su Ejército ante la amenaza asimétrica predominante.

Tampoco se percibe una opinión general sobre lo que allí hizo el Ejército de Tierra español y mucho menos acerca de cuál era su espíritu y sus órdenes al proyectarse a Irak. Estos aspectos, desde el punto de vista militar, merecen ser aclarados para que, sin carga política, acerquen a los analistas la verdad sobre este asunto.

Poco o nada se ha publicado sobre la División Multinacional Centro Sur donde se participó y estaba ubicada la Brigada española. Se trataba del nivel de mando donde se armonizaba la acción del Contingente español con el resto de esfuerzos multinacionales. Mucho menos se ha tocado el Task Force Conjunto Combinado de Bagdad CJTF-7, norteamericano, de donde emanaban las órdenes a las Divisiones, a veces origen de discrepancias con el planeamiento militar español, aspecto frecuente y normal en el ambiente multinacional general.

El estatus militar concebido para la participación militar en Irak y la misión recibida del Mando español operacional dejaron claro al Contingente español en Irak que se trataba de una operación de apoyo a la paz, quizás prematura debido a la inestable situación iraquí.

Bien es sabido que las operaciones ofensivas desarrolladas por Estados Unidos y Gran Bretaña, las potencias ocupantes, alcanzaron sus objetivos estratégicos con la caída del régimen de Sadam Husein y la disolución de todas sus instituciones.

El segundo objetivo estratégico de la Coalición fue crear las condiciones para devolver al pueblo iraquí su soberanía, según rezaba su Plan de Campaña.

La Resolución 1483 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas envuelve el momento en que las FAS españolas concibieron su participación en Irak. Se distingue su objetivo estratégico en cuanto se comparan los documentos básicos que organizaron la proyección, Planeamiento Militar español, Plan de Campaña del CJTF-7, liderado por Estados Unidos, y las Órdenes de Operaciones emitidas por la División Multinacional Centro Sur.

En estos documentos se puede distinguir cómo el Contingente español se desmarcó de todas y cada una de las misiones «ofensivas» del CJTF-7 norteamericano que supusieran la utilizacion de fuerzas españolas contra iraquíes.Todo ello conforme al Plan de Operaciones español y las Reglas de Enfrentamiento, ROES, verdadero código de conducta del militar español en operaciones .

Constan, en los informes reglamentarios, los esfuerzos realizados por España, en todos los niveles, para pasar estos mensajes a las poblaciones autóctonas de mayoría chií, a través de los jefes de tribu, líderes religiosos, milicias y sociedad civil iraquíes, que siempre reconocieron el «savoir faire» español, su espíritu negociador y su misión exclusivamente pacificadora, haciendo saber a la Fuerza española la preferencia en el trato con el Contingente militar de España.

Como índice esclarecedor de este deseo de contacto con los iraquíes baste decir que el Contingente español tenía la media más alta de patrullas a pie, aspecto que ofrecía la posibilidad de penetrar en los problemas de esas gentes, contrastando con la distancia que tomaban los militares de otros países. Estos aspectos, mucho más tarde, eran reconocidos por los generales norteamericanos en zona aunque uno, el entonces General de División Petraeus, Jefe de la 101 Aerotransportada, lo comentara personalmente mucho antes, haciendo cola como cualquier soldado en el autoservicio de un campamento militar en Babilonia en septiembre de 2003, cuando se refería a la necesidad de conquistar los corazones y las mentes de los iraquíes.

La forma de actuación española cuadra con la moderna concepción doctrinal militar europea de operaciones de estabilización. Su posible expansión a los países hispanoamericanos fue una posibilidad que se tuvo en la mano, hoy por el momento desaparecida.

En las condiciones descritas anteriormente, la participación española se asentaba en las siguientes ideas clave:

– Participación en la operación al margen de las operaciones militares ofensivas llevadas a cabo por las potencias ocupantes (EE.UU. y UK, según la Resolución 1483 del Consejo de Seguridad de la ONU).

– Establecimiento de las condiciones para la cesión paulatina de la soberanía a los iraquíes de los territorios de responsabilidad.

– Realización de operaciones cívico militares para mejorar las condiciones de vida de la población iraquí.

– Protección de la Fuerza proyectada.

– Soberanía en sus decisiones militares. Se basaba en la gran experiencia española en operaciones, la existencia de unas Reglas de Enfrentamiento, traducción del perfil de la operación que deseaba hacer España, y en la independencia económica con la que concurrían las tropas españolas.

Se participó en una División de gran contenido europeo, en la que participaban británicos, italianos, daneses, holandeses, noruegos, ucranianos, además de los recién llegados a la sombra de la seguridad OTAN, húngaros , rumanos, búlgaros, checos, eslovacos, estonios, letones y polacos, que lideraban la División con gran entusiasmo y derroche de buenas intenciones. De hecho nuestra División impuso una forma de actuación mucho mejor adaptada que las norteamericanas, por haber estado desligada de la fase de intervención.

A la omnipresencia norteamericana y su potencial hubo que poner enfrente la prudencia española en el manejo de ciertas crisis, en especial en dos casos concretos: la transferencia de la provincia de Najaf a la Brigada Multinacional Plus Ultra y la participación de fuerzas españolas en las operaciones de corte americano asignadas a la División, donde se encuadraba la citada Brigada. En ambas hubo que negociar en todos los niveles para conseguir, en el primer caso, convencer al carismático y prestigioso Teniente General Conway, en Camp Babil, de que los Batallones hispanoamericanos bajo control operativo español dispusieran de un equipamiento de combate como el de sus Marines, a los que relevaban. En el segundo, se trataba de impedir que el clérigo Muqtada al-Sadr incendiara la región con su naciente Ejército del Madhi, mediante la negociación y acuerdos practicos, evitando su detención que supondría graves daños colaterales. Hoy por hoy el díscolo fraile chií es uno de los principales problemas del Mando americano en Irak. Bien es verdad que todo no fue fácil, y que en ocasiones hubo que adaptar decisiones del CJTF-7 para poder ser cumplidas por la Brigada española, dada la clara desviación sobre las ROES españolas que suponía su cumplimiento.

Sin embargo, los militares españoles siguieron tejiendo una red de contactos, que se acercó hacia entidades como el BADR CORP, Muqtada al-Sadr y sus próximos, etc, a efectos de la práctica de una política de transparencia operativa que poco a poco iba dando sus frutos. Se puede admitir que la presencia española en la provincia de Najaf, y en general en la MND.CS., fue siempre un aporte de moderación y estabilidad en las decisiones de la Coalición y en la ejecución de las misiones.

Días después del asesinato de los siete militares del CNI, la puerta principal de Base España en Diwaniya apareció llena de flores, como homenaje de los iraquíes a los fallecidos, que nunca lo serán en vano en la regeneración de Irak.

RICARDO MARTÍNEZ ISIDORO

General de División en la Reserva

Ex Segundo Jefe de la MND.CS en Irak

Oración al Cristo de Lepanto

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“Me gustaría poner una lamparilla al Cristo para que quede como expresión permanente de mi oración ante este Cristo que ayudó a las tropas cristianas a vencer a los enemigos. Qué Él ayude a Irak a vencer el terrorismo en el cual estamos inmersas. Que Él se apiade de tanta gente inocente que sufre, de tanta muerte, de tantos ancianos que tienen que enterrar a sus hijos y quedan solos, de tantos hombres mujeres y niños que han quedado inválidos a causa de las explosiones. Mi pueblo quiere vivir en paz y armonía como antes. Yo era muy pequeña cuando reinaba la paz. Mi padre me ha contado lo bueno que era pasear por la rivera del Tigris al anochecer junto con mi madre y mis hermanos, poder dormir en la terraza de la casa en las calurosas noches de verano, poder contemplar las estrellas más brillantes que los diamantes y ver como a la luz de la luna las ramas de las palmeras se mecían al paso del aire fresco de la noche…».

Estas palabras fueron pronunciadas ante la imagen del Cristo de Lepanto que se venera en la catedral de Barcelona por una monja iraquí que pasaba unos días en un convento de su congregación en España. Qué diferencia con el «No a la guerra» de algunos…

Nos lo cuenta en su blog Sor Gemma Morató.

Cuando celebrar la Navidad se convierte en Heroísmo

Ante la proximidad de tan entrañables fechas, no me resisto a insertar un artículo publicado hace tres años por Alfa y Omega pero que mantiene, tristemente, toda su actualidad.

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Nunca he pasado una Navidad en Iraq. Regresé antes, cuando el contingente de la Brigada Multinacional Plus Ultra I, al que yo pertenecía, era relevado en el mes de diciembre. En la mañana del 19 de ese mes, el último grupo de aquella primera Brigada pisaba de nuevo suelo español; primero en Almería, que con un día frío y soleado recibió a los legionarios, y, en la última escala, el aeropuerto de Santiago, donde desembarcamos el resto del grupo. Allí nos aguardaban también nuestros seres queridos, bajo una implacable lluvia que hacía ansiar aún más el calor del hogar ausente durante cuatro meses y recrearme en esa sensación inefable que produce la llegada de la Navidad y el indecible agradecimiento a Dios que a uno se le escapa al poder celebrarla, de nuevo, en familia, con profunda y serena alegría.

Allá quedaban nuestros compañeros que nos relevaron y que pasarían la Navidad lejos de sus seres queridos. Uno de ellos, el comandante Pérez García, de la Guardia Civil, buen amigo y compañero mío, que fue herido mortalmente, no mucho después de esas entrañables fechas, jamás volvería a celebrar la Navidad en este mundo.

Hoy, cuando se cumple un año de todo aquello, reviven en mi memoria estos recuerdos, y hasta me invade una extraña sensación de nostalgia. Pero viene también a mi mente en estas fechas un pensamiento no menos penetrante: el de la Navidad que estarán celebrando tantas comunidades cristianas en países en los que, cuando menos, constituyen una minoría, cuando no son objeto de intransigencias, obstrucción a sus prácticas religiosas e, incluso, determinadas formas de persecución.

Destaca en mi mente, de forma irremediable, la angustiosa situación en que viven los apenas seiscientos mil cristianos iraquíes, casi todos católicos caldeos. Es cierto que hay otros muchos países, sobre todo de mayoría musulmana, donde la presencia cristiana es bastante más exigua, pero no con el clima de violencia que se vive hoy en Iraq, en donde no han faltado ataques directos de grupos radicales islamistas contra la comunidad cristiana. De hecho, tenemos ya el triste ejemplo de esos 40.000 cristianos iraquíes que han abandonado el país, la mayoría con rumbo a Siria –donde unas 4.000 familias se han registrado como refugiados–, según publicaba Aceprensa hace un par de meses, atemorizados por los sangrientos atentados sufridos a principios de agosto de 2004 y que costaron decenas de vidas. Después de estos hechos se han producido nuevos ataques de radicales contra templos cristianos, en un país de los más tempranamente evangelizados, y posteriormente sometidos por el Islam, que aún conservan una cierta implantación cristiana. Puede decirse que la iraquí es una comunidad católica antiquísima, que tiene sus raíces en las antiguas Asiria y Babilonia, por lo que, paradójicamente, Iraq es su tierra desde mucho tiempo antes de que naciera el Islam. Aun así, existen fenómenos más tristes, como el de Etiopía, país cristiano que pagó su tolerancia frente a las primeras incursiones musulmanas con su aplastamiento a manos del imparable afán conquistador islámico.

El hecho que cambió la Historia

Uno no puede evitar el observar perplejo nuestra realidad actual –tal vez de forma más acusada en la presente Navidad–, en que todo lo tradicionalmente propio de estas fechas se trivializa y se le despoja de ese revestimiento cristiano que le da su verdadero sentido. Se han hecho chistes con eso de las Navidades laicas, pero constituye una triste realidad. Absurdamente, por doquier nos hablan de la magia de la Navidad, a veces ni se menciona la Navidad, y se sustituye por el término Fiestas, mucho más laico; se nos incita al consumo, a viajar, a recibir el año nuevo de la forma más festiva posible… Pero para muchos pasa desapercibido que todo eso carece de sentido si no es porque recordamos, año tras año, celebrándolo, el acontecimiento más grande de la historia de la Humanidad: la venida al mundo de Jesucristo, Dios mismo hecho hombre, que cambió para siempre el rumbo del peregrinar humano a lo largo de los siglos, como único e irrepetible punto de inflexión.

Por el contrario, mientras los Belenes y Misterios se venden en las tiendas a precios de saldo, muchos se avergüenzan de representar los tradicionales nacimientos en lugares públicos y privados, otros no quieren que los niños canten villancicos para no herir susceptibilidades –¿de quién?, porque en bastantes países musulmanes se celebra la Navidad–, y a otros –en un laicismo más auténtico– ni siquiera les sirven los adornos de siempre. A fuerza de repetirlos año tras año, probablemente las bolas y guirnaldas, e incluso el propio árbol, se hayan ganado a pulso las fundadas sospechas de formar parte de la iconografía cristiana.

Y contemplando este panorama, no puedo por menos de volver la mirada de nuevo a ese pueblo iraquí, tan ansiado de una paz que no consigue alcanzar, y especialmente a ese puñado de cristianos que, si no celebran la Navidad de forma más ostensible, no es porque les tilden de poco laicos o se avergüencen de sus creencias, sino para no volar por los aires en un atentado islamista. Y, aun así, habrán desafiado los riesgos de la noche iraquí participando en la Misa del Gallo, y se habrán reunido para celebrar, en familia y en comunidad, un acontecimiento cuyo significado, a diferencia de tantos cristianos occidentales, conocen perfectamente.

Al igual que tantas comunidades cristianas minoritarias en otros países, los cristianos iraquíes nos están dando un ejemplo de coherencia y valentía, porque para ellos celebrar la Navidad reviste caracteres de indiscutible heroísmo, que Dios sabrá pagar. Y nosotros, sin cantar villancicos para no molestar.

Eduardo Martínez Viqueira

Un Cardenal iraquí

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El próximo 24 de noviembre, el Papa Benedicto XVI nombrará a un grupo de nuevos Cardenales de la Iglesia Católica. Entre ellos, hay uno cuyo anuncio me ha conmovido especialmente: se trata de Emmanuel III Delly, Patriarca de Babilonia de los Caldeos, quien había sido elegido para tal cargo en diciembre de 2003, cuando estaba aún más viva e incierta la postguerra iraquí. Desde entonces, ha sido mucho lo que ha sufrido este hombre de Dios, junto a su pueblo, en una tierra en que el odio, con olor a pólvora y sangre, reaparece en cada jornada.

 

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Bautizo católico en una iglesia de Bagdad (Irak)

 

Puede decirse que la iraquí es una comunidad católica antiquísima, que hunde sus raíces en las antiguas Asiria y Babilonia por lo que, paradógicamente,  Irak es su tierra desde mucho tiempo antes de que naciera el Islam. Su pervivencia ha sufrido altibajos a lo largo de su historia en un país convulso que parece estar predestinado a sufrir. Y eso lo sabe mejor que nadie Emmanuel III, que ha tenido que presenciar tantas calamidades.

Pero a pesar de las grandes penurias que los cristianos iraquíes están sufriendo bajo la intransigencia -cuando no el odio- islamista que se ha extendido por Irak, provocando la diáspora de decenas de miles a países más tolerantes de su entorno, el Patriarca católico caldeo no se limita a pedir o preocuparse sólo por sus fieles y los de otras confesiones cristianas, sino por todo el pueblo de Irak. Le duele Irak en lo más hondo de su corazón.

Así, en una entrevista concedida a un diario italiano decía: «Ahora Irak está enfermo y necesita medicinas baratas, medicinas espirituales, medicinas para todas las enfermedades que ahora padece. Por nuestra parte tenemos una gran esperanza: que estas medicinas lleguen y le hagan bien a Irak, que de este modo se curará y hará el bien a los otros países, próximos y lejanos. Irak es un país rico, un país que, especialmente en los últimos años, ha sido objeto de la mirada de la humanidad. Yo le doy las gracias a todo el mundo por las oraciones que se han rezado por Irak. Irak hubiera caído aún más bajo de no haber sido por las oraciones de los amigos, las oraciones dirigidas por muchas almas al Señor para que mirase a nuestro país, lo conservara y le hiciera caminar hacia el bien. Irak y los iraquíes han sufrido mucho, todos por igual, cristianos y musulmanes, de cualquier religión. Hemos de tener presente que la religión es para el Señor, pero la patria es para todos. Así que Irak es para todos los iraquíes. Todos los iraquíes hemos de estar unidos a la hora de colaborar por el progreso de este país y por su libertad: una verdadera libertad de religión, de cultura, de economía; libertad en todo para todos los iraquíes. Irak necesita, especialmente hoy, vuestras oraciones y, por nuestra parte, los iraquíes sólo podemos darles las gracias a todos por estas oraciones, por todo lo que hacen por el bien de nuestro país. (…) Nada puede ayudarnos a curar la enfermedad de Irak si no es la oración. Oremos todos por la curación de Irak. (…) Doy las gracias a todos aquellos que han rezado, rezan y hacen que se rece por nosotros, para que el Señor nos dé la seguridad y la paz. Y le pido al Señor, por intercesión de nuestra Madre Celestial, María, la bendición para todos vosotros».

En las actuales circunstancias, probablemente haremos más por Irak siguiendo los consejos de oración del Patriarca caldeo que enzarzados en discusiones y profecías inútiles o utilizando esa pobre nación como arma arrojadiza.

Dios va a bendecir a Irak con un nuevo Cardenal. Dios bendiga al pueblo iraquí.